Monzón se sitúa bajo la ladera del cerro de un imponente castillo de origen árabe, y en una zona entre diversos cerros que ofrecen espectaculares panorámicas de la ciudad. Por su territorio trascurren el río Sosa y el río Cinca, el afluente del Ebro más caudaloso. También se encuentra en el territorio de la ciudad la desembocadura del Sosa en el Cinca.
Desde el Neolítico hasta nuestros días hay ocupación en esta zona, que fuera de economía principalmente agrícola y que desde mitad del siglo XIX con la construcción del ferrocarril ha sufrido un importante auge del sector industrial, que actualmente ocupa a la mayoría de la población.
El castillo, sin duda, es el elemento más emblemático y turístico de Monzón, enclavado en una montaña de arenisca, donde miles de personas lo visitan anualmente. Debido a su continuada utilización, se aprecian distintas fases de construcción repartidas en el tiempo, al menos entre el siglo XII y principios del XX. El interior de la fortaleza conserva su primera estructura conventual cisterciense compuesta por cinco edificios independientes situados sobre la meseta plana del cerro: la capilla de San Nicolás, la torre del homenaje, la sala capitular, el pabellón de las Dependencias y la torre de Jaime I. Fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1949. Cada año se celebra en torno al 24 de mayo el homenaje a Guillem de Mont-Rodon.